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El milagro de la luz. Equinoccio de otoño, San juan de Ortega, Burgos 2005.La fria meseta, tan vieja tan domada por temperaturas extremas y asperas. Clima que nos retuerce el cuello como nudos humedos de soga de pozo en la noche y nos atonta al sol como gato ronroneante en ventanita bien orientada. El cielo oscuro y azul de otoño que diafragma nuestros ojos, nos hace sentir el firmatemto mas cercano, inmenso y metalico. Tierra de Antiguos cantares y de ancianos longevos.. Olor de los duros campos, maderas picantes y paja seca de la sierra de la demanda. Buscando por la iglesia de San Juan de Ortega nos tropezamos con peregrinos cargados de ilusion y engaño. Andarines misticos, renegridos por el sol, internacionales transeuntes de cual quier punto del atlas. Nos dicen los que andan que disfrutan de la soledad interior de un camino. Un extraño hermanamiento, les hace unirse en una solidaridad producto de sustancias químicas por el cuerpo generadas después de horas y horas de andar y andar hasta en algunos casos los pies reventar. Desde fuera los veo como estraños yonkis, con un subidon de mil pinchazos, colocados de una sustancia que si tu no compartes te puedes incluso deprimir y asustar, salir corriendo y encerrarte un un horrendo hipermercadode la periferia de la capital. Pero estoy tranquilo y disfruto de ver estos misticos y sonrientes zombies que solo quieren una sopa de ajo cocinada como hace miles de años y un pequeño techo.
Cielo de la Sierra de la demanda, equinoccio de otoño, Burgos. 2005.Existen unas astronomicas tardes de equinoccio como este pasado jueves 22 de septiembre que la luz anaranjada y debil de las siete recorre entrando por uno de los ventanales parte de la vetusta, megalitica iglesia y derruido monasterio. Brillo solar que poco a poco palpando por distintos sitios, como gusanito luminoso aplastado va a morir a un capitel muy labrado y romanico, figuritas desconcertantes que nos cuentan el nacimiento de cristo. El viejo Padre José Manuel, con su cuerpo minimo y su espiritu hinchado de creencias y experiencias repetidas, se asemeja a un viejo loro de un pirata llamado dios. Loro a lomos y servidor que sin embargo al mirarle fijamente crees ver en sus ojos oscuros y brillantemente undidos notas que esconden un brillo y un pensamiento animal que solo muriendo podra acallar. Un deseo de lo racional, excépticismo en su mistica y su soledad. Loro pirata que en cualquier momento nos puede en la oreja picar o saltar un ojo de descontento.
Voyeur. Hamburgo 2005.
El padre José nos pasea por las degradadas dependencias, polvo acumulado que al contacto con la piedra se convierte en historia olorosa de estas tierras, subiendo unas escaleras nos situamos sobre el techo de seca madera de la nave central y nos cuenta el milagro de la luz. No para de insistirnos que es una cuestion astronomica y arquitectónica. A que tanta insistencia? Porqué la gente a bajo se emociona, llora y cree que aumenta su fertilidad esa lumínica presencia y el padre no hace mas que insistirnos sobre la ausencia de milagrosidad?
BCN, 2004.