martes, mayo 24, 2005

Ese Escalofrio

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Navidad en Tinduf 1999

La ventana imperfecta, vieja e inmensa esta abierta de par en par descubriendo por completo la habitación. La luz de la ciudad se refleja en un pure de cielo, destello raro y urbano, tiñendo toda la habitación de colores imposibles. Las nubes densas y de origen blancas vuelan muy bajas, da la sensacion que rompen las torres de las iglesias mas altas. Una atmosfera enrarecida, combinación de calor, extraña ausencia de humedad, unas particulas de rio muy alejado y el olor amplificado de la decadente fabrica de perfumes que a traves de las alcantarillas viaja por todo el barrio y supongo que llegara imperceptible al mar. Un exceso de luz no natural hacen que la habitación se transforme, un paisaje distinto que no se si es bello, un mundo paralelo con otras leyes lejanas a las de nuestro firmamento, dimension algo inquietante, lo cierto es que nunca antes fui consciente de sentir esta combinación de elementos, estos ingredientes enrevesados en tan rara receta.


Mi cuerpo descansa como todas las noches julio desnudo, medio dentro de las sabanas, casi fuera de ellas. No hay ruidos, la extraña meteorología a absorbido todos los sonidos que la urbe vomita, ¿donde se condensaran?, ¿Por donde se filtraran? Porque a algun sitio imagino iran a parar. Imagino que la ciudad dormita mas que nunca, y siento como ni yo la escucho ni ella se escucha, no ruge, no ronronea, no mahulla, casi no respira. Mi corazon compite contra la profunda respiración por copar ese bacio y casi lo consiguen, si no fuera por el reloj que sin participar en la competición gana la partida. Sonido monótono, lejano, hertziano, amplificado por el silencio, cimbrea y vibra con el segundero. Mi cama, mi cuerpo, mi cuarto y mis sueños.

Sahara 1999.

Una corriente electrica me sacude, desde el tobillo atraviesa de miedo hasta llegar a mi cuello y con una curva de agua rellena mi cerebro. Latigazo veloz enrollándose en mis musculos, rozandome la piel por dentro, en ese momento sin yo saberlo me duermo.. un hilo helado de frio cristal se escapa por la comisura de mis labios, el reloj se a perdido en la espiral del sueños. En esa milésima de segundo en la que yo duermo recorro los abismos que separan los campos, paisajes con mares que yo no creo, lugares de este otro mundo que no me pertenece. Creo que esta noche tampoco romperé el hechizo. Sueño.

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